¿Cómo relacionas el cambio climático con los recursos hídricos?
El 90 % de los eventos catastróficos que han ocurrido desde los años 90 están vinculados al calentamiento global, generado principalmente por la forma de vivir de la sociedad moderna. En particular, los impactos se han sentido a través del agua, ya sea mediante su exceso —en fuertes inundaciones provocadas por tormentas torrenciales— o su carencia —con la afectación de la fauna y flora indispensables para el mantenimiento de los diversos ciclos de la vida—.
En suma, el cambio climático altera los ciclos del agua, indispensables para mantener sanos los ecosistemas de los cuales depende toda sobrevivencia. Sin embargo, es posible contribuir a la solución del cambio climático con base en un manejo hídrico consciente e integral.
Si como sociedad logramos implementar un modelo de manejo que considere a todos los seres vivos y que asegure la conservación de los cuerpos de agua, como ríos, lagos y aguas subterráneas, entonces tanto los ecosistemas asociados, por ejemplo, bosque de galería, bosques y manglares, como las coberturas vegetales podrán realizar su función de producir oxígeno pero también de capturar dióxido de carbono, necesaria para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero.
¿Por qué el cambio climático aumenta las lluvias?
Si hay precipitaciones más pesadas, ¿por qué el cambio climático trae más sequías?
El aumento de temperatura es causado por el efecto invernadero que, a su vez, es producido por los gases emitidos en la combustión de energías fósiles —entre ellas, el carbón mineral, el gas natural, extraído con técnicas devastadoras como el fracking, la gasolina, el diésel y otros combustibles derivados del petróleo—. Tal efecto sucede cuando una alta concentración de dichos gases en la atmósfera encierra cada vez más los rayos solares que deberían salir al espacio después de rebotar en la superficie terrestre, de tal manera que hay un calentamiento global.
Este aumento de temperatura, aunado a la urbanización (suelos impermeables y pérdida de humedad de la tierra) y deforestación (pérdida de raíces infiltradas y bioclimas amortiguadores de temperatura), hace que exista una mayor evapotranspiración de la biósfera, pero sobre todo una rápida evaporación del agua marina. Tal es el origen de grandes tormentas sobre el mar que terminan impactando las costas continentales. Pero esto no significa que haya un aumento de lluvias en general. Lo que ha aumentado son los fenómenos que acarrean grandes volúmenes de agua en tiempos muy cortos y de forma muy violenta, causando grandes destrozos.
De igual manera, el ciclo de las lluvias se modifica y los tiempos pluviales se acortan, lo cual llega a dar lugar a periodos más extensos de sequía. Esta situación, perturba los ciclos ancestrales de siembra y cosecha de los alimentos, así como el equilibrio de los ecosistemas, que ahora corren el peligro de secarse. Pensemos que la pérdida de vegetación en el suelo inicia un fenómeno de desertificación en que la tierra se compacta gradualmente y no tiene raíces que permitan la infiltración del agua en ella.
¿Cómo es que se debe abordar la reflexión para aportar soluciones al cambio climático?
Cuando se habla de cambio climático, siempre se alude a las emisiones de efecto invernadero. Concretamente, se habla de mitigarlas, es decir, de reducir o limitar su generación a fin de evitar que continúe el aumento global de temperatura.
Sin embargo, a estas alturas, en el planeta ya se han emitido muchas más emisiones de las que hubiéramos deseado. El calentamiento es un hecho que se ha desarrollado incluso más rápido que como arrojaban los modelos de previsión, además de que no parece haber realmente la voluntad política para elegir alternativas a los combustibles fósiles. Por todo lo anterior, es urgente redoblar los esfuerzos por abandonar dichos combustibles en favor de otras fuentes de energía, pero también pensar en planes de adaptación con tecnología adecuada y metodologías ajustadas a los contextos locales. El objetivo es tener la capacidad de hacer frente a todos los cambios que nos depara el calentamiento global.
De este modo, actualmente no es posible pensar en la mitigación por un lado y en la adaptación por otro, ya que las soluciones deben analizarse de manera conjunta, al contrario del estudio separativo que tienden a hacer científicos y gobiernos. En todo caso, el agua es un elemento clave en ambas estrategias.
Pensemos en un ejemplo significativo. Cuando hablamos sobre cambio climático, una de las acciones que suelen venir primero a la mente es reforestar, aunque no siempre se considera que es necesario acompañar a esos árboles con cuidados y agua suficiente . Y si bien es cierto que las resforestaciones planeadas y acompañadas logran apoyar en la absorción del bióxido de carbono, también lo es que sigue siendo imperativo conservar y rescatar los ecosistemas que ya existen. Para ello, es importante cuidar la salud de los cuerpos de agua, como ríos, lagos y aguas subterráneas, pues éstos son esenciales para la sobrevivencia de los ecosistemas reguladores del bióxido de carbono y productores de oxígeno. Así, si conseguimos manejar el agua de manera integral, respetando sus ciclos naturales, aseguraremos su disponibilidad, la cual es uno de los aspectos que representa un problema para nuestra sociedad.
¿Qué tiene que ver el cambio climático con los fuegos forestales o el aumento del nivel de mar?
El ciclo del agua es uno de los procesos naturales más importantes para la vida en la Tierra, debido a que todo ser vivo en este planeta la requiere para subsistir. Sin embargo, este ciclo se ha visto afectado por nuestras formas de producir y consumir, las cuales no sólo demandan grandes volúmenes de agua, sino también implican el vertido de aguas contaminadas con sustancias altamente tóxicas en cuerpos hídricos. La consecuencia de estas prácticas ha sido el deterioro de los ecosistemas en interconexión con los cuerpos de agua perjudicados.
Por otro lado, a lo largo de los últimos setenta años se ha llevado a cabo una deforestación masiva con el propósito principal de poner el uso de suelo al servicio de la producción alimentaria y las industrias inmobiliaria y turística. A causa de las consecuentes urbanización y desertificación, este cambio en las actividades sobre la superficie ha reducido drásticamente la posibilidad de reinfiltración del agua por el suelo, lo que acelera el recorrido del agua hacia el mar. De esta manera, los ecosistemas pierden humedad y quedan mucho más vulnerables a los incendios.
Por último, mencionemos que el aumento de la temperatura global también afecta a los casquetes polares, cuyo derretimiento da origen al líquido excedente que eleva el nivel del mar..