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El clima, por otro lado, puede definirse como el tiempo atmosférico que predomina en un espacio determinado, es decir, el promedio del tiempo atmosférico en un lugar. A diferencia del tiempo, los valores del clima suelen ser menos variables en periodos cortos de tiempo. A los valores observados que difieren significativamente de los valores normales para el clima se les conoce como anomalías climáticas y, a la suma de dichas anomalías en un periodo determinado de tiempo, se le conoce como cambio climático.
Los diferentes componentes del clima tienen un equilibrio basado en una relación interconectada y compleja. Diferentes agentes pueden tener un efecto significativo sobre el clima, siendo los gases de efecto invernadero (GEI) uno de los principales.
Los GEI (CO2, CH4, NO2, NOx, O3, vapor de agua y cluorofluorocarbonos) son gases atmosféricos que absorben y emiten radiación dentro del espectro del infrarrojo, lo que permite mantener el calor irradiado por el sol dentro de la atmósfera terrestre. Por esta razón, el incremento masivo de la concentración atmosférica de estos gases se traduce en el incremento de la temperatura de la Tierra.
El cambio climático puede estudiarse desde diversas perspectivas. Una de las más comunes es en función del origen de sus causantes; éste puede ser natural, cuando los causantes del cambio climático provienen de fuentes naturales —como la evaporación de los glaciares, la emisión de gases volcánicos, o el metabolismo bacteriano—; o antropogénico, cuando se atribuye el cambio climático a las actividades humanas, como la emisión de GEI procedentes de la generación de energía, la agricultura, la industria, etc.
Si bien la mayoría de los GEI son naturales y su existencia es esencial para mantener la temperatura de la Tierra en rangos aceptables para la vida como la conocemos, a partir de la Revolución Industrial su emisión se ha incrementado de forma masiva, aumentando la capacidad de amortiguación de la atmósfera y dando lugar a un innegable incremento en la temperatura de la Tierra. De acuerdo con la ONU, para dar tiempo a la sociedad a adaptarse al cambio climático, debemos intentar limitar el incremento de la temperatura global por encima de los 1.5°C respecto a los valores de la era preindustrial.
Esta pequeña variación en la temperatura global tiene efectos significativos sobre el ciclo del agua, la velocidad de los vientos, así como el pH y la temperatura del océano y el nivel del mar. Esto se traduce en un incremento en la fuerza y frecuencia de fenómenos naturales, lo que puede dar lugar a catástrofes naturales. Además, todo esto tiene impactos sociales asociados como el incremento de la migración de zonas ecuatoriales a zonas más polares o la reducción del acceso al agua potable. En total, se estima que el cambio climático puede tener un costo de entre 2 y 24 billones de dólares, teniendo un impacto significativo a largo plazo sobre el PIB per cápita. Para lograr el objetivo impuesto por la ONU, debemos reducir las emisiones globales en un 8% anual durante 10 años. Teniendo en cuenta que se anticipa un incremento de 1.7% sobre las emisiones de CO2 para el año 2020, con una concentración de 400 ppm de CO2 atmosférico registrado en 2019 (el valor más alto registrado en los últimos 800 mil años), esta tarea parece complicada, pero no imposible.
